De norte árido al polvo gris,

se alzó un pueblo sin miedo a decir.

Con sus manos, sus sueños, su voz,

buscaban justicia, dignidad, amor.

El sol del desierto quemó su piel,

y en Santa María los hicieron caer.

Pero no muere el clamor de su historia,

aún vive su fuerza, aún late su gloria.

Oh, Chile, escucha, aún viven sus pasos,

de los que cayeron con puño y abrazo.

Iquique no es solo un recuerdo,

es lucha presente, es llamas ardiendo.

Hoy marchan otros en la misma senda,

buscando el pan, la verdad, la conciencia.

Las voces del pueblo alzan su lamento,

igual que ayer, un grito en el viento.

Son padres, son hijos, obreros de pie,

la historia que arde en el cobre y en la fe.

Es la misma herida que no cicatriza,

es la misma causa, es la misma brisa.

Oh, Chile, escucha, aún viven sus pasos,

de los que cayeron con puño y abrazo.

Iquique no es solo un recuerdo,

es lucha presente, es llamas ardiendo.

La memoria no calla, la sangre no olvida,

los que ayer callaron hoy cantan su vida.

Con cada paso que damos al frente,

honramos a aquellos que lucharon valientes.

Que no haya más hambre, que no haya más miedo,

que el pueblo florezca, que arda el desierto.

Con la fuerza de ayer y el clamor de ahora,

sigamos sus pasos, la lucha no afloja.

Oh, Chile, escucha, aún viven sus pasos,

de los que cayeron con puño y abrazo.

Iquique no es solo un recuerdo,

es fuego encendido, es justicia ardiendo.